boca al vacío

Boca de poeta

No me queda otra
tenderte en la corriente
de mi lengua,
en la sílaba de mi carne:
tocas el sabor idiosincrático
de mi sustancia

debo deshacerte
como dulzura púrpura
entre los canales de mis papilas,
corre indómita como la
existencia salvaje
desciende como caos
al ombligo nocturno
de mi apetito

es sed
plenamente soledad
eres gota solitaria,
arraigadas en deseo
dos frutas:
una de piel
otra de arte

mis labios
espían el aire
son astronómicas puertas,
hacia el vacío caen tus obras
y soy presa instantánea
del contacto

laten agrias
tus nocivas pimientas –
en mi boca soy
receptor de lo que enseña
la doctrina indiscutible
del vino.

Poesía Moderna

sabor a delirio

Puedo sentarme
aquí
y escribir de lo que sea
describir la vida
como el gran sol de la eternidad
pero no puedo
mis dedos de carne
mis huesos de dolor
no me dejan,
me doy asco
soy una cosa peluda
que se deshace cada segundo
en granos de ayer,
podría contar lo que sea
pero hay demasiados peros
en mis labios,
en mis labios…
queda el sabor a delirio
y en mi cabeza
la terca necesidad
de sustituir mi piel
por cascarilla de cielo,
dejando atrás
el peso de mi entrañas
dejando atrás
unos versos
como pena de muerte
a lo ordinario,
hasta que, en mi inmaterialidad,
pueda encontrar otro sol
otra voz
otro yo
oliendo
ráfagas de ilusiones
extraordinarias

 

 

 

Poesía Contemporánea

desangrar

El mundo se deshace
lentamente
trozos blancos de su piel
flotan al suelo
en el aire resuena
los angélicos acordes
de la tristeza
que engendró al mundo,
y ahora
al ritmo de los
copos de nieve
que lamentan
el final
se unen los labios
de los tiempos
fúnebres y salinos
en un contacto recóndito
mientras la sangre
de la tierra
se derrama
por estos cielos
taciturnos.

Poesía Contemporánea

La inefabilidad

Dos luces
son la protuberancia de mi visión
al costado
la cerveza checa casi agotada
no soy el único
si yo picoteo el papel con una punta
otros punzan el piso con sus pies
y por su efímero movimiento
mis dos luces
confiesan la fragilidad de su fuego
mientras tanto la atmósfera de mi cabeza
recibe el fondo ambiguo de conversiones ajenas
conjuntamente con los zumbidos modernos de un techno
la variedad de mis temores oscila
entre la potente metafísica del libro a mi izquierda
y la interrogante de quién o qué soy
el propósito actual es escribir un poema
amplio como este irrepetible momento
que ni yo ni otro volverá a tener
y como las cosas en frente
tienen una piel alucinógena
no por la cerveza que casi termino
sino por su inconcebible hecho de existir
entre tanto, acaricio mi bigote que se siente
como un animal vivo reposando en mis labios
y el viento crudamente viajando sin color
sobre las hojas y los techos del mundo
todo esto, es
– si las proposiciones son válidas –
aspectos de una terrible vida
una colección de datos insuficientes
que intentan representar
la abundancia
de la existencia
y la impotencia inherente
de convertir este fenómeno
en cosas habladas.

Aquella… esperanza?

 

con las cicatrices del precipicio 

   me acerco a estas orillas 

traigo la sangre seca en mis brazos 

  recuerdo bien el sentimiento de caer 

          el desencanto de regresar 

    y la necesidad de seguir 

reconozco las arrugas de las paredes 

         en la oquedad de otra derrota 

la sucia lágrima que renunció 

           y se evaporó sin obituario 

ese polvo en la circunferencia de mis labios 

     esa palabra que nunca pude pronunciar…

 La angustia fosilizada
que quedó como el epitafio de mi trayectoria:
     ¿pero aún sigo caminando?
                    ¿aún distingo esa lejanía llamada… esperanza?

Besando el Devenir

Si fuera posible besar por una era

una década, el cuarto de hora

perderse en la locura del olvido,

en la reencarnación del presente,

si nuestra mano alcanzara el centro

donde todo esta quieto, y el resto

gira sobre su eje, ahí hundidos

lejos de la aniquilación del tiempo.
                               Si un beso

                                     como sol total

                                     nos rescatara de esta confusión

                                     los labios tibios de la convicción

                                    el amor húmedo de la trascendencia

                                    el gemido eufórico de una revolución

 

El beso que lo cambió todo.

 

Los ojos vendados con párpados

un oscuro silencio apasionado

y secos, labios malentendidos

se parten para el contacto físico

                       con la nada

                            con lo que no vive ni muere

                                 con el vacío que nos sostiene.