Very pleased to have 5 poems in Spanish published in the international literary platform, La Libélula Vaga, edited by Aleisa Ribalta.

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Anterior al bello
viene
la mano de él,
hijo,
colocho de ruido
rasando la alfombra
con el motor
abarcando ímpetu
pero sin destino
Una necesidad
de tener llaves
para puertas oscuras
que abren al abierto,
horas enteras
abriéndose a tardes,
a noches, a cosmología;
El espejo
ante la desnudez
del bosque, el eco
del animal que muere
atrapado
bajo la eternidad
de una roca
Daba boca a la sal,
saber la sangre
hablar lo helado
Un elogio a la amargura
que ha brotado sopa
de fruta, azúcar amarrada
sobre el pelo, luz
derritiéndose sobre la piel
Tanta alegría
mientras la nubes
transitaban rubias y ciegas
palomas espiando
las boronas
que la dialéctica del viento
trae y se lleva
Esto es un pleno enamoramiento
con el suelo
que sostiene pero nunca
retiene.
en este maldito rincón
alquilo piel
y de puente
saco una tristeza
en ladrillos
sobre el reír
miren esta gran luna
entrar al bar
para decirnos que es hora
de mudarnos
de cerrar el vaso
hora de estar a solas
sin sueño
sin la cobija del corazón
En gran época
había mitad de misterio
en la voz del respiro;
la luz como canto
salía del ojo y mirábamos
el frío hacer remolinos
en las colinas del monte;
al aire nocturno el mundo
no tenía características
pues era un viaje negro
exhibiéndose en el olvido;
quién recuerda esa tierra
acostada sobre el tiempo
erigiendo sus penas de piedra,
sus mares de tristeza.
qué duro labio habla la vida
qué fuerte impulso pega la vida
qué fuego cansado quema la vida
miro afuera
de mi rincón
olvido el eterno colocho de noche
y un poco de estrellas
tibias
en el margen de mi ojo.
Hoy aluciné ser caracol tibio alrededor calcio quién átomo anda algo iba haciendo lenta la luz hasta que la sangre siendo azul daba contra la carne como un cielo alguno colmado de humo mañanero, empecé a podrir y a ver las palabras moverse como lombrices en rincón ilógico de ansia espantado la hoja amarilla del ojo se cayó caía cayendo al murió del ritmo en este otoño aluciné después del fuego hondo ante un pañuelo de pus en este otoño partí la sed y casí como sombra.
En la entrada del edificio
vi un anuncio,
se buscaba:
Grosero gordo tamaño absoluto
de forma gruesa llena de madura carne
con total calambre al caminar palpitando
al mundo como una marea nueva de arañas,
de puño enrojeciéndose con madrugada
tan dulce de tristes mesías,
los siglos de ciudades
antes de cristo tallados como tatuajes
en oro en polvo sobre el pecho
como el aislado aspecto de una divinidad
opulenta y decadente – ¡buen salario y horario flexible!
Entré sin encontrar las escaleras que darían
con la oficina. Hablé con el recepcionista
y le pregunté a qué hora cerraban.
Al salir del edificio entró
un hombre gordo y tan tosco
que cuando dio contra mi hombro, no se disculpó.
El sol estaba casi feliz y las nubes iban cuesta arriba
al ritmo de un dócil buey. Tenía algún tiempo para desperdiciar,
tiempo para rumiar con un cielo viejo sobre mi sien.
Me senté al no encontrar un alma con quien llorar.
Tenía una fiebre al borde de los huesos.
Y con tanto lugar por visitar alrededor
me deformé en silla y me envolví en inercia.
Miré la absurda blancura de mis uñas
mientras intentaba leer un periódico.
En casa recordé todas estas cosas
horas después.
Las fui maquillando todas estas cosas,
con púrpura e historia, con ceniza y lápiz labial,
con rubor y perfume hondo a olvido,
con joyas y con los dedos tocaba el piano
hasta el fin del reloj.
Éramos y errábamos con delicias
las noches las montábamos
como dragones e indagamos
la ley del caos en los rincones
del estado; entrabamos al bar Estigia
los cigarros en vez de humo
soltaban pensamientos diáfanos
y pedíamos los Lázaros
tragos de ron amargo
en esas cuevas de nuestra sed,
alargábamos horas en tinta de poemas
y el imperio bruto del llanto y risa
quedaba en llamas libres verticales
entrañas quemadas al horizonte
nuevo del alba,
salíamos hediondos a ideas y sudor
con la posibilidad como un ballet
entre las manos;
éramos y errábamos con alegría
seguíamos el celeste
cada nube maduraba en un placer
el vino tenía alas de incendio,
en la calle
viendo los buses
terminábamos con la vida
arrugada como nuestros cuadernos sucios
e inspirados
y tirábamos todos esos papeles
a la finalidad del viento.
Cuando lindo y ebrio
me paro sobre la vida
miro entera la situación
y un montón de tiza
la emoción
y un montón de risa
la inteligencia
no entiende que bruma
y luna es misterio
hundido en fuente
en ratos de noche
cuando aguas en la ducha
aguas negras llenas de estrellas
me lavan el alma
ebria y linda
que tampoco
sus curvas entiendo
ni el invisible
silencio de roca
de la vida entera.
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