con las cicatrices del precipicio
me acerco a estas orillas
traigo la sangre seca en mis brazos
recuerdo bien el sentimiento de caer
el desencanto de regresar
y la necesidad de seguir
reconozco las arrugas de las paredes
en la oquedad de otra derrota
la sucia lágrima que renunció
y se evaporó sin obituario
ese polvo en la circunferencia de mis labios
esa palabra que nunca pude pronunciar…
La angustia fosilizada
que quedó como el epitafio de mi trayectoria:
¿pero aún sigo caminando?
¿aún distingo esa lejanía llamada… esperanza?