hay noches
una tras otra
donde paso tomando
un trago o dos
no mucho,
lo suficiente
para mirar fijamente
a lo negro,
al translúcido oscuro
que el cielo estrena
noche tras noche;
son tragos de paciencia
son lapsos de humildad,
soy yo
solo y ebrio
escuchando esos misterios
que pasan rociando belleza
detrás de la inmensidad.
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