En bolsa llevo la mente.
Al barco, al minuto.
La llevo como un mandado
al puerto, al lejano.
En una habitación,
con sus muebles lentos y
fotografías desdibujándose
dos amantes en
infinita invisibilidad
duermen apagados en aire;
desnudos en la cama sin cobijas.
Yo paso por su ventana,
con la mente en una bolsa.
La llevo al hombro,
de ciudad en ciudad
a las olas, a las sales,
a flotar falsa fugaz
a limpiar su arcilla raíz ideas
a abrir sus puertas en océano.
océano
En el gran final
Horas y montañas radicaban adentro
lejos de la rutinaria información
era un sueño clavado en cristal de noche
semejante al dolor de una vela apagada
era una oscuridad que brillaba con ideas
flotante microorganismos propagándose en aire
repercutía lo que todos sabían
pero nadie admitiría
la basura negra del hombre
ya no merece el mundo
seres destruidos y apagados
en una gran ola de caos
vivirán nuevamente en paz los hijos del mar
y los cantos de la selva
con el progreso de la objetividad
descubrimos la total relatividad del subjetivismo
cada cabeza obedece su indomable deseo
crece la amenaza de un terremoto que nos consuma
cuando el sol se apague para los avaros
en ese fulminante instante antes de la despedida final –
un diminuto camarón pisa el fondo del océano
afuera crece lentamente cada hoja de monte.
La muerte de los siglos
Los siglos han muerto
Hemos cosechado, con feliz vanidad
la putridez de una ilusión
una desesperada hazaña
en busca del sol perdido
la fiebre, fría y fatal
la enfermedad de una angustia
el callejón del loco capaz!
Es la historia del ciego muerto
el ascensor de corazones torturados
la melancolía de la monotonía
la tiranía del tiempo
La torcedura del árbol bajo océanos
¿Qué ha quedado?
Ya nada existe, el tiempo se ha detenido
Se respira el otoño del tiempo perdido
Periodos y ciclos
Ciclos y obeliscos quebradizos
Los siglos han muerto, el desierto humano
Agorafobia y rocío del alba
Gotas de un miedo intocable
La interminable manifestación
Los siglos en decadencia, canta el anochecer
Es el momento para olvidar,
nacidos mortales
la esquina de la niñez, el suelo sucio
las manos gordas y arrugadas
El ocaso de todos los caminos
el fin de la historia
Hemos cosechado, con feliz vanidad
la putridez de una ilusión
una desesperada hazaña
en busca del sol perdido
la fiebre, fría y fatal
la enfermedad de una angustia
el callejón del loco capaz!
Es la historia del ciego muerto
el ascensor de corazones torturados
la melancolía de la monotonía
la tiranía del tiempo
La torcedura del árbol bajo océanos
¿Qué ha quedado?
Ya nada existe, el tiempo se ha detenido
Se respira el otoño del tiempo perdido
Periodos y ciclos
Ciclos y obeliscos quebradizos
Los siglos han muerto, el desierto humano
Agorafobia y rocío del alba
Gotas de un miedo intocable
La interminable manifestación
Los siglos en decadencia, canta el anochecer
Es el momento para olvidar,
nacidos mortales
la esquina de la niñez, el suelo sucio
las manos gordas y arrugadas
El ocaso de todos los caminos
el fin de la historia
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