Llovía.
Las ventanas de la ciudad.
En baches flotaban quizá
más y más
los fragmentos de la mente.
Llovía.
Desde las orillas del cielo
se resbalaba una neblina.
Las ruinas del eco
de cada gota.
Fuerte lento y gris;
desde las ventanas de la iglesia
un gran miedo.
La vida hace trenza ultramarina.
La madera bebe y bebe.
En el fondo, un barco
con furia abría sus velas.
Una puerta, y en silencio.
La oscuridad brotaba de modo
extraño del cielo a la tierra
húmeda y sin huellas.