Esta noche dormiré sin tirantes.
Estirado como un trémulo
en piel diferente.
Dejaré un pequeño margen
entre las esquinas del cuerpo
y el golpe abundante del corazón.
Será una noche diferente
porque mis sentimientos
ya no son piedras.
Son luces frescas
en un pañuelo,
sin metafísica, sin abismo.
Las manos ya no se aferrarán
a las sábanas como anclas.
Dormiré como un pez
en ola negra.
Los hombros harán
ondas en la oscuridad.
Esta noche no amarraré
mis colmillos al techo.
Esta noche dormiré
sin pimienta en mis ojos.
Dormiré como un vaso lleno,
sin que las migajas del mañana
se acumulen en mi ombligo.
dormir
sobre la esencia de la vida
Crecimiento de honda espuma
en borde cristalino del instante,
la verdadera esencia de inexistir…
toda una estructura de humo
esta tierra inasible
que apenas se asoma
sobre el página negra de la sensación;
el poema sueña como sinfonía de memorias
es rima e imagen la acción del tiempo;
todo queda para la lengua,
como un sabor oculto de nacimiento,
cierro los ojos
y veo la verdad –
la oscuridad donde descansa la vida
llena de chispas efímeras,
la cobija recóndita de sombra
que cubre la materia,
todo duerme…
y sueño
con la poesía.
Poesía Nihilista
ser huérfano
¿Fue error
separarse
llamarse huérfano
para recorrer descalzo
la inmensidad de las cordilleras
del pensamiento
sin aire, ahogarse en las aguas nocturnas
del enigma
anclado en la soledad
para ver los edificios muertos cuando todos
se fueron a dormir
crecer la barba por falta de espejo –
fue error
ser espectador único
lombriz de tierra
aún en el lodo prístino;
inventando las nubes
que lloverán sobre los innavegables ríos
que lentamente llenan los océanos del futuro?
los augurios
Como una bomba
fue el despertar violentamente
del sueño
mire atrás y habían tres mil millones en fila
al frente otros tres mil millones
todos dormidos, sumergidos
en el sueño compuesto de materia
caminaban lentamente sin quejarse
sobre la línea que demarcaba la fila
con gran esfuerzo intente mirar
el origen de la fila
solo vislumbré una anónima multitud de caras
con igual intención trate de ver hacía donde iban
todos los millones
— nada se sabía ni nadie sabía
no existía ningún indicio del origen o destino
de tan abultada masa
y mientras todas estas revelaciones
invadían la sangre desconocida de mi cuerpo
la fuerza de los millones me obligaba a seguir caminando
en la misma dirección que los demás
era una prisión hecha de pieles y sonámbulos
resignado, seguí caminando con los ojos abiertos
componiendo los augurios
de lo que nunca va a cambiar.