Deja de espiar
con tu mansa mirada
el grueso fragor
de la luna que yace
cruda en la olla
del cielo
Mira como crece
la aorta con
cada trago de amarillo
el pulmón deja
una sombra de palmera
en el patio del corazón
La mañana la dejamos
encendida como una vela
cuando dormíamos tapados
por meses de azul sudor
Envuelve el borde de
los ojos con la mancha
del viento y volvamos
al campo intrínseco
donde crecen lágrimas
como flores que nadie corta
Seamos tímidos roedores
que gatean sobre el eco
del silencio y dejemos
nuestras huellas como
recuerdos dibujados
sobre el olvido