Todavía
hay posibilidad.
Desde la ventana
ver el diámetro
del destino.
Oír
a ciegas
la luz
caminando
sobre tu sien
adormecido.
Después de que
acabe la tierra –
permitir los pájaros
alinearse en
la cuerda
del corazón.
Y cuando
desaparezcan las ideas
en su lugar
depositaremos
el tibio espejo
de la piel.