Me agaché
y vi una tenue
lágrima alumbrar
la cárcel de mi cuerpo
me senté
sobre la húmeda herida
de existir
me detuve
porque quería
arrancar la piel
de estas heladas paredes
me puse a ver
intensamente
la palma negra
del alma
hacerse puño
cuando cerré
los ojos
era claro
que ni mi propia sombra
me seguía
en mi lento
camino al olvido.