pasé días buscando
la poesía de la vida,
me asomé por debajo de los carros
metí mano en alcantarillas medio abiertas
o presté oído a cartas selladas a ver si se les salía una letra,
contando días que los numero del infinito hacia atrás
con frecuencia termino vituperando el verso
y socorriendo al vicio,
pero hoy fue diferente,
desperté y me asomé a la ventana,
una gloriosa mañana porque las nubes iban cargadas de
fecundas melancolías y los motores de la calle susurraban
sus metáforas de desolado humo; ¡qué bien! – pensé
pero luego de meditarlo, eso no era poesía;
me puse a escribir esto y tampoco es poesía
y ya medianoche no tengo fuerzas de buscar más
solo tengo la decencia de decir que la botella de vino está vacía
y si en algún momento hubo poesía
me la tragué
hace media hora.