nunca
fue
sentir en el invierno
que nunca antes tuvimos
el frío justo debajo de los
pelos
mientras el paso
errático del hombre
tal vez
yo
caminaba
eufóricamente extraviado
por callejones y calles
cuyos nombres
no podía pronunciar
y era noche
propia de otras novelas
síntoma de otros poemas
y fue ahí
cuando
el calor nocturno
acariciaba en escalofrío
un ídolo del Gnossiennes
en la tempestad
cuya época o región
había habitado
por limitados instantes
antes de
desvanecer
entre un
nunca
y un
fue.