El miedo y la inseguridad pueden ocultar la inspiración
construyen murallas alrededor de pequeñas alegrías
y cuando la rutina se une a sus fechorías
regresamos al lodo, nos revolcamos como lombrices
dejamos el devenir correr,
nace la servidumbre al olvido – conocemos la sombra del silencio
hace tantos años inventamos el milagro del asombro
ilimitadas realidades habían en un juguete o el vuelo de una ave
cuando la vibración de cada percepción nos revelaba
la divinidad no-escrita de cada segundo, como discípulos del encanto
antes que el aprendizaje aburrido, la brutal repetición
nos convirtió la existencia en algo trivial,
común entre hordas de humanos,
indiferentes a la poesía de la piel,
indolentes al brillo de los astros
apáticos al arte de la respiración
inasible vapor de la imaginación
exploradores incansables de riquezas perecederas
incapaces en la producción de una sola lucidez
al nunca trasmutar el bullicio de los días
al tacto embriagado de un poema:
mucho menos al éctasis insensato
del un baile enloquecido y solitario ante el domo del cosmos.
q buena foto!