Tengo tanto buda.
Que con cada nube
me muevo panteísta.
Con cada respiro
me atraganto con la satisfacción.
Estoy lavando los platos,
sí, como si fuera cada uno
el ala de un ángel rafaelista.
Tomo asiento y me siento
acobijado en coro de silencio.
Abrí la cárcel de piel para
poder lavar la sangre
con luz de vida.
De lejos veo
los pensamientos,
como montañas teñidas azul
por la distancia.
Tengo tanto buda.
Que el viento me trajo
la luna a mi puerta.
Y no paré de bailar
en plena habitación
como si agarrara el mundo
de su pequeña cintura.
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