Sombra cristal de estrella
sobre rostro ebrio de verano-
el gato de cola negra
escondido trayecto de frenesí
cruzando la fúnebre calle de olivo soñado –
hemos inventado la ruta introspectiva del vino.
Mi mano hace la seña oculta del sol nublado,
hemos remado a costas oraculares y etéreas.
Risa habitual de suma transcendencia,
en su barba el zumo recóndito de la edad
me mira con inocencia de espuma mediterránea –
el azul, rojo, amarillo, blanco de la estrella
sobre nuestras cabezas ebrias de verano,
árbol de lenguas largas
abriendo las sendas rayadas
de la improbable memoria –
es muestra única de fantasía,
lo roto y mutable
de una honda
vista a la vida.