… sentado
como una piedra
que espera su destino
implacable
escuchaba el aullido
aterrador del viento
su melodioso grito
de desesperanza
meditaba
donde habíamos fallado
con cual antigua ilusión
chocamos e hicimos
parcelas del ser
era de día
el cielo claro
como una boca de fuego
me atraía hacia su infinito
pobre alma, decía
sumerja en total misterio
robando del tiempo
un trayecto confuso. . .