alboroto esta melancolía de nubes
olfatos inertes, noches virulentas
de preguntas y el taciturno silencio
que siempre las acompaña,
al reconocer
todos los hechos y eventos
que nunca podré
corroborar,
miro unas cuantas palabras en la página,
libro de historia,
cuentos de hadas,
una anécdota recontada
un dogma y una metáfora,
de repente me vuelvo,
veo atrás
el gran carril del ímpetu
que me trajo hasta aquí;
era yo ola en la marinería incesante
de vida y tierra,
una más
capaz de creer en lo improbable,
deseoso de romperse sin mucho bullicio,
en la costa perenne
del olvido.