me senté en un templo

Me senté
en un templo

elevaste un canto
las aves en vuelo
el rubor del amanecer
los retozos del mar

una voz
de piedra blanca
piel fría
colina asoleada

quedé postrado
como un pagano
frente una canción
que goteaba como miel
sobre los ramos amargos
de mi alma

miré el mármol
de las estatuas
los ojos del santo

olvidé mi intención
de correr por los callejones
en búsqueda de un placer fútil

descanse mi vista
en la tímida luz de una candela

descanse
en los verbos mudos
que cantan los ángeles

todo saber
se extinguió
bajo una lluvia
de aleluyas

y luego
hubo
silencio

Poesía Nihilista

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