El abismo y yo

 

Temblando, solo a veces

     puede sentarme a escribir

y contar un peregrinaje olvidado

      montar una ola de recuerdos

rescatar entre los escombros algunas noches

             nombrar escasos momentos

solo a veces, puedo dejar el desierto

 el pálido reflejo de un sol vacío;

        ante tantos misterios y miedos

solo salgo de una profusa intoxicación

        cuando me dices “respira, estás vivo” 

no es que se me olvidaba existir, solo que la vida y la muerte

     se mezclan incesantemente

el vacío y el éctasis son uno mismo

    y la mayoría del tiempo

        parece que solo existimos yo y el abismo

el pequeño yo 

      y el inabarcable absurdo.

 

 

  Las calles torpes de Antigua,  

       los volcanes fantasmagóricos de Nicaragua,

mi cuerpo desnudo en la arenas de Oaxaca…

     un romance con la arquitectura Bohemia

el profundo silencio de la nieve escandinava

        un viento sin voz en las alturas patagónicas

 

 

sin nunca preguntar, por qué 

    andar de una sombra a otra

deshacerme lentamente sobre este rincón galáctico 

       tirar frases sin sentido al atravesar los días

flotar sin resistencia entre torbellinos 

      y un día tararear mientras mi sangre se detiene  

     desistir las calles, los volcanes, los cuerpos, el amor y el silencio 

             y dejar correr como el viento todo lo que tiene que suceder

 estando yo aquí o no.