Siempre tuve el deseo de dividir el universo con una coma.
Lo que quise, y lo que es.
Ahora ni puedo acomodarlo en una oración.
Es un frase inconclusa como
una tarde que caía como falda sobre
¿Quién sabe? un dulce hogar o la chiquita apariencia.
No sé, tengo que ser honesto y desarmar el beso
de su cruel combate. Tengo que calmar
el ritmo de la luz que se contrae como
un olor a triste. Es una posibilidad,
esta participación mía que viene quitando
sus reflejos como pétalos de ropa. Son
medidas que he hecho con un cordón
que ya no llega hasta mi cordura. Miren,
el poeta rescata un ocaso y una lanza. Pero
los poros del mundo revientan a ratos
a pulmón de estrella. Doy gracias a
los nervios que toman largos tragos
de silencio. Y ahí están todas, la lluvia
que fue fértil y esfuerzo al pensamiento.
Ahí tiré una cadena a la cumbre
pero solo atrapé la amistad de una nube.
El resto es un momento, la música
que desaparece como aroma en al aire.
El resto es un ancho que el recuerdo no circula.
El resto ya no lo puedo masticar, lo dejo
empapado en su carne de flor.