
Hay un día gris
que me visita intermitentemente
entra en mi cuarto
con su decadencia petulante
cierra todas las ventanas
pone algodón en mis oídos
y me abraza como medusa de mar
aplastando mi corazón
como masa de pan
aprisiona mi pensamiento
como una densa noche sobre una indefensa vela
intoxicando mis movimientos
como una droga soporífica destilada del desconsuelo
me hundo en gota de resina
con dificultad inmerso mi mano
en el charco de mi poesía
ni para qué
estoy vacío sin contenido vital
son veinticuatro horas
dedicadas al olvido,
amante día gris.