Alza la flor que crece
como pulmón de alegría
pues el único rincón es este
donde nos toca coexistir con la sangre;
yo si soy el polvo del adiós
caminando como un deseo
tachado por la luz de las estrellas,
no me queda más que recoger
la basura del tiempo que se acumuló
en tu ombligo,
tu que eres la sombra de una mujer
que majó la felicidad,
ahora cuando termino ebrio con la nostalgia
tragando los suspiros del alma
como si dormir fuera
el color rosado del destino.