Las costas crueles del azul
y el tiempo de carne entre colmillos de la memoria;
hay una luna que eclipsa el fecundo sol del momento
amplia pared redonda de blanca ceguera: deseo.
La noche anciana de candado
y la llave rubia del arte
abriendo las constelaciones
del olvido.
La piel del movimiento es de escamas hondas
con un color que huele a pobre tinta de poeta,
obras de gris razón en reflejo con la
naturaleza de la tormenta.
Las épocas solitarias de niños mirando
sollozando y amando la orilla del amarillo centello
del padre, madre y cosmos.
Hoy.