Llegó la hora de hacer mis dedos
bosques en una expansión maléfica
cubriendo el sendero del deseo
con sus densos y vastos crucigramas
desviando la ruta de mi redención
es la hora de placar las sombras
dejarlas caer sobre el suelo prístino
de mis huellas sucias
hacer de las señas una comunicación
al pájaro que vuela a su cima
una última vez
es hora de estirar la muerte
como un tambor de cuero
e iniciar el estrépito
que nos estremecerá
entre las hojas del
tacto.
Rota
ebrio
la noticia suave
de la información
ha sido
traición
sobre este sonido
de desesperanza
en la vela de
luz
rota
la lombriz
de la tierra
indígena
tenemos dinero
para quemar
como el sol
del dedo
que chupamos
en este verano
es calor superfluo
de onda suave
que amasa la
podredumbre
de mi poesía
salud
es
así